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martes, 7 de noviembre de 2017

La cumbre de Bonn

Los gases responsables del cambio climático han llegado hasta el límite, por lo que se han mantenido estables durante los últimos años. En este resultado también ha ayudado la contención del crecimiento en China y otros países emergentes, además de otros factores. Sin embargo, esto también significa que la atmósfera sigue recibiendo 50 gigatoneladas anualmente, cantidad imposible de absorber por ésta.

La Convención de la ONU sobre Cambio Climático (UNFCCC) inauguró recientemente en Bonn su nueva cumbre del clima, número 23 del proceso, con el objetivo de avanzar un poco más en la reducción de emisiones. No obstante, en esta ocasión se van a abordar sobre todo aspectos técnicos, y habrá que esperar al 2020 para volver a ver nuevas cifras.

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Punto de partida

Si no queremos que aumenten las temperaturas terrestres con respecto a los valores preindustriales, necesitamos que las emisiones se hayan reducido como mínimo un 80% en el año 2050, y que en las décadas siguientes se alcance un balance negativo. Este proyecto se comenzó en París en 2015, pero es insuficiente.

En Bonn se decidirá cómo se llevan a cabo los compromisos que se anunciaron en París. Según Tatiana Nuño, especialista en cambios climáticos y representante de Greenpeace en Bonn: "Deben acordarse las reglas de aplicación de los acuerdos". Como ejemplo, añade que aún hay discrepancias en aspectos como el inventario de emisiones y en los calendarios que deben servir como referencia.


Sin Trump, esfuerzo suplementario

Otro aspecto capital es mantener el consenso de París tras la desbandada de la Administración de Donald Trump. "Una cosa es lo que se dice y otra lo que luego se hace. Y no es lo mismo no interferir que obstaculizar". El peso específico de EEUU se ha reducido internacionalmente y ahora sus emisiones suponen solo el 15% del total mundial. Sin embargo, está claro que, en ausencia del socio americano, los otros signatarios deberán multiplicar sus esfuerzos.

Samitier considera que la clave será el año que viene, en una cumbre que se celebrará en Katowice (Polonia). "Allí se presentará una nueva evaluación de los estocs globales de CO2 y se verá cómo van las cosas. Puede ser un punto de inflexión". 


Un tercio del esfuerzo necesario

Si se cumplieran los compromisos voluntarios para reducir emisiones que más de 180 países anunciaron en la capital francesa, solo se lograría un tercio de los recortes necesarios para estabilizar el clima. Todos sabemos que si no hay una orden que lo obligue, ningún país dará el primer paso. Y eso no llegará hasta el 2020. Será entonces cuando los países ofrezcan una revisión al alza de los compromisos voluntarios presentados en París.

Para el año 2030, las gigatoneladas deberían de bajar hasta una cantidad de 42 para seguir en la senda de los dos grados, frente a las 50 gigatoneladas que hay en la actualidad. Si no se logra el objetivo, añade, cada vez será más difícil lograrlo porque los esfuerzos posteriores serán mucho más duros. "El acuerdo de París impulsó la acción climática, pero esa dinámica se está debilitando", afirma en un comunicado el ministro costarricense Edgar Gutiérrez Espeleta, presidente para 2017 de la Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. "Nos enfrentamos a una dura elección: nuestra ambición o sufrir las consecuencias", añade.


El calor no cesa

El año 2016 fue el más caluroso de la Tierra desde que se inciaron los registros instrumentales modernos (Siglo XIX), aumentando aproximadamente 1,1º con respecto a los valores industriales, y 0,06º más que 2015. Ambos casos se lograron gracias a la influencia del fenómeno de El Niño en el Pacífico, pero sin él, se habrían logrado igualmente.  De hecho, 15 de los 16 años más cálidos desde 1850 se han alcanzado en el presente siglo. Y el 2017 tampoco ha sido una sorpresa. De acuerdo con un balance provisional de la Administración Oceánica y de la Atmósfera de EEUU (NOAA), el último periodo enero-septiembre ha sido el segundo más cálido de la historia moderna, solo por detrás de su equivalente en el 2016. Todo ello es el lógico resultado de un cambio climático que avanza de forma irregular pero inexorable.

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